Por Elvira Gutiérrez – Espacio Humano nº 82, Enero 2005
Cada vez con más frecuencia acuden a consulta personas que vienen gracias a su salud y no a su enfermedad y, aunque tanto un camino como el otro sean útiles en nuestro desarrollo personal, me gustaría que reflexionásemos sobre este hecho, la necesidad de acompañamiento terapéutico en etapas de apertura de conciencia.
El arteterapia viene utilizándose, sin darle aún ese nombre, desde culturas ancestrales; recordemos la mitología griega en la que los dioses son representaciones de roles y pasiones, que al poder ser observados fuera de nosotros, facilitan la comprensión de aspectos internos de la personalidad; podríamos hablar también de las pinturas de los aborígenes australianos en las que plasman intuiciones y sueños, que ordenan y dirigen la vida de la tribu; y de tantos rituales, africanos, chamánicos, etc.. en los que la plástica de los adornos y máscaras, la danza y la música ayudan a crear el climax en el que se produce la simbolización.
Más recientemente, a comienzos del s. XX , tenían lugar importantes investigaciones que intentaban aunar conocimientos de oriente y occidente, intuiciones y análisis científico, pedagogía y empleo del color, filosofía y música, danza y espiritualidad: Steiner, Gurdjieff, Ouspenski, Mondrian, Gropius, entre otros, se planteaban desde diferentes enfoques, la interrelación de las artes entre sí y de éstas con el desarrollo humano.
Fue después de la 2ª Guerra Mundial, cuando, ante la necesidad de ofrecer alguna ayuda psicológica a los soldados ingresados en los hospitales, las investigaciones realizadas anteriormente por filósofos, pedagogos, artistas y médicos, se concretaron en lo que se dio en llamar “Arteterapia”, que si bien en sus comienzos se mantuvo en el ámbito hospitalario ocupando un lugar intermedio entre terapia ocupacional y herramienta para el diagnóstico, muy rápidamente fue ampliando su campo de aplicación en Europa y América a tratamiento en patologías diversas, como apoyo a otras terapias, con niños o personas con dificultad de realizar psicoterapia verbal, etc..
A mi consulta de Arteterapia acuden personas que atraviesan por momentos difíciles, o que entre los reajustes que quieren hacer en sus vidas han decidido explorar e incorporar su creatividad, y también, cada vez con más frecuencia, llegan personas que no entienden por qué sienten un vacío en su existencia a pesar de que su trabajo, sus amistades y familia, todo a su alrededor parece funcionar dentro de lo habitual, y que aún así, sienten una carencia que no se pueden explicar. Para estas personas, la respuesta está en que cuando las necesidades básicas están cubiertas aparecen lo que Maslow, creador de la Psicología Humanista, denomina las “metanecesidades”, armonía, belleza, sentido de la vida, espiritualidad en definitiva. Vivimos en una sociedad que nos reclama mucha atención a la parte material de la existencia, dejándonos con poca disponibilidad para atender otras áreas, como el contacto emocional profundo con otras personas, y la riqueza de nuestro mundo interior.
Estas metanecesidades no son socialmente reconocidas por lo que las personas que comienzan a sentirlas, además tienen “el beneficio añadido” de sentirse incomprendidas, solas o raras. Sin embargo, ya en 1931 Carl G. Jung, científico reconocido incluso por los más escépticos, decía “… se dan en el alma operaciones de metamorfosis condicionadas espiritualmente (…) pero todavía no hemos logrado definir las leyes singulares a las que obedecen. Sólo sabemos que la mayoría de las neurosis están relacionadas con la perturbación de estos procesos.” Nos habla Jung de estos procesos de cambio en nuestras vidas, en nuestros intereses, de esta evolución humana que cuando se interrumpe por desatención o bloqueo produce infelicidad, hastío, y en el peor de los casos, desarrollo de neurosis.

Para algunas personas este despertar espiritual viene acompañado de gran actividad onírica, percepciones no habituales, intuiciones, imágenes que llegan a la conciencia de forma inesperada, etc. Todos estos contenidos del inconsciente reclaman con urgencia ser atendidos, observados, encuadrados e integrados en la conciencia, de lo contrario en muchos individuos se produce un desajuste que les lleva al temor de estarse volviendo locos, a guardarlo como un secreto, una rareza, y a sentirse cada vez más aislados.

En este despertar de la conciencia, el Arteterapia se convierte en una herramienta de gran utilidad, porque gran parte de estos contenidos llegan en lenguajes metafóricos, simbólicos, en imágenes parte de cuyo contenido se pierde al traducirlo solo a palabras, mientras que expresándolos en su mismo lenguaje, podemos, una vez fuera de nosotros, objetivarlos, jugar con ellos, dejarnos sorprender, y finalmente descubrir que relación guardan con nuestra vida presente, cual es el mensaje que podemos integrar en nuestra cotidianeidad.