Elvira Gutierrez – Publicado en Rev. Espacio Humano nº 78 Sept 2004
Comenzaré definiendo mi posición dentro del amplio mapa de las terapias, dentro del cual me sitúo como arteterapeuta humanista de orientación gestáltica. Ampliando el encuadre, debo decir que las psicoterapias llamadas Humanistas, están basadas en el entendimiento del ser humano como un conjunto integrado de cuerpo, mente, emociones y espíritu, con lo cual se considera indispensable a la hora de trabajar con cualquier aspecto de la personalidad tener en cuenta todo el conjunto, observando las repercusiones de cualquier alteración de un campo en todo el sistema.
El Arteterapia nos brinda desde esta perspectiva, la oportunidad de desarrollar todo nuestro potencial humano, desde descubrir las claves de nuestras dificultades, repeticiones, inseguridades, etc.., a ayudarnos a elevar nuestro nivel de conciencia.
Expresarnos de forma creativa es una cualidad innata al ser humano, solo tenemos que hacer oídos sordos al juez interior cuando aparece invalidándonos y permitirnos explorar, descubrir y sorprendernos.
En Arteterapia Humanista utilizamos todas las herramientas artísticas, pintura, fotografía, voz, arcilla, música, teatro, baile, … eso no significa que tengamos que dominar todas las técnicas, sino que cada persona y cada situación requieren de una u otra forma expresiva y nuestra tarea es facilitársela, para permitir que su ser interior se exprese .

En la Formación en Arteterapia, ponemos mucho énfasis en que lo importante no es el producto artístico final que resulte, sino todo el proceso vivido, el placer, las dificultades, la creatividad que se despierta para encontrar soluciones nuevas, lo que descubrimos con la observación de nuestras obras, y los mensajes que podemos leer en ellas.
Para llevar a cabo esta aventura y acompañar a otros en su viaje avanzamos por diversas rutas y en transportes variados, que nos llevan sin dilación a lugares nuevos.
Siguiendo la ruta de los chacras, e imbuidos del color rojo, nos encontramos con el cuerpo y su lenguaje, mas adelante, con la materia y lo material, sus posibilidades y dificultades, hasta arribar al puerto llamado “nuestro lugar en el mundo”.
Continuamos el viaje a través del color naranja, nuestra relación con el derecho a sentir, con la parte femenina, la sensualidad, la arcilla, y el vínculo materno, hasta dar con el templo de la diosa, y nuestro arquetipo.
Volvemos a ponernos en marcha con el color amarillo, en la arriesgada aventura de descubrir la guarida del dragón, armados con fotografías, collage, y nuestras sucesivas máscaras, vamos profundizando en nuestros mecanismos defensivos, las armaduras del ego.


Un lugar apacible en el verde es el que buscamos a continuación, subidos en la nave de los masajes, del dar y el recibir, de la mirada del otro, con una dúctil herramienta, el vídeo, hasta aterrizar en el altiplano de “Las Polaridades”.
Al celeste llegamos a través de la voz y el sonido, las crisis y los cambios. La garganta punto de unión entre energías de diferente signo que es necesario armonizar.
El misterioso lugar al que nos dirigimos a continuación, se llama Intuición, vamos vestidos de Azul Indigo, oscuro y aterciopelado, llegamos a través de la mirada interior, de los sueños, del teatro, del juego.
Y llegamos a esa cumbre que se llama Integración, nuestro transporte en esta ocasión, ha sido la meditación, la acuarela, el baile y los mandalas. Desde allí podemos contemplar el paisaje, y decidir que ruta escoger en el próximo viaje.